Cómo reaccionar cuando un reemplazante se destaca en tu puesto
Pilita Clark
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Pilita Clark
Regresé al trabajo después de mis vacaciones sólo para descubrir algo desconcertante. Cuando me estaba divirtiendo en las playas de España, una columnista invitada había escrito una columna fenomenalmente exitosa.
Los consejos de Sarah Cooper sobre las seis cosas que las mujeres que trabajan deberían fingir no saber hacer -tomar apuntes, hacer café, organizar fiestas y cosas por el estilo- fue tan fabulosamente popular, que había sido el artículo más leído del Financial Times toda esa semana.
“Las cifras siguen subiendo cada día”, se maravilló el editor que astutamente había contratado a Cooper, una escritora y humorista americana que había trabajado en Google y escrito un libro que me gusta, titulado “100 trucos para parecer más inteligente en las reuniones”.
El editor tenía razón. Ahí estaba todo en blanco y negro en el “tablero de instrumentos” digital del FT, una herramienta que permite ver cuántas personas están leyendo un artículo y cuándo lo están leyendo.
¿Qué importa que Apple se haya convertido en una empresa de US$ 1 billón o que las olas de calor estén quemando al planeta? Miles de personas prefirieron leer los chistes de Cooper sobre cómo limpiar el refrigerador podría descarrilar la carrera de una mujer. Ya que yo me encontraba entre esos miles de lectores, no tenía de qué quejarme. Eso no me impidió escribirle un correo electrónico a una amiga en otro diario para quejarme de que, en cuanto a regresos al trabajo después de las vacaciones, el mío había sido un desastre. “No vale la pena torturarte por los clics en línea”, me dijo. “Es todo muy arbitrario”.
Traté de creerle, pero todo este asunto fue un recordatorio de que la posibilidad de que un reemplazo te pueda eclipsar en el trabajo es uno de los grandes temores tácitos de la vida laboral. Hay dos razones por este terror, comenzando por su inevitabilidad. Mientras más tiempo te pasas trabajando, es más probable que tengas que pasar más tiempo ausente: por enfermedad, un embarazo, para cuidar a un padre anciano o debido a algo peor.
Esto estaría bien si no fuera por el segundo problema: nadie está supuesto a ser tan mezquino o inseguro para preocuparse por un reemplazo estelar. Si una versión más agradable e inteligente de ti está haciendo muy bien tu trabajo, la reacción correcta es: ¡Qué alivio! ¿Son más jóvenes y además cuestan menos? ¡Qué maravilloso ver que un prometedor recién llegado pueda tener una oportunidad!
Si quieres ver lo que la gente piensa en realidad, hay que visitar Mumsnet, el sitio web de consejos de crianza. Las mujeres que están tomándose la licencia de maternidad se inquietan públicamente por la amenaza del suplente brillante y conspiran para frustrar al intruso. Estar presente en las entrevistas para escoger al suplente es una táctica popular, aunque las opiniones están divididas en cuanto a la ejecución.
Escoger a un idiota odioso tiene un mérito evidente, excepto si el suplente deja las cosas en tal desorden que crea meses de trabajo adicional para tu regreso. Muchos de los usuarios de Mumsnet están de acuerdo en que es más prudente escoger a alguien que sea suficientemente capaz para manejar las cosas, pero no para motivar al jefe a dejarlo en la nómina. Como alguien dijo, la palabra justa para el suplente ideal es “mediocre”.
Otra táctica favorita involucra compartir tu trabajo con otros colegas para que un suplente no sea necesario, aunque, de nuevo, hay riesgos siniestros. Por lo menos dos mujeres que lo hicieron confesaron sentir pánico de que sus colegas se dieran cuenta de que no las necesitaban.
Por supuesto, los peligros de tomarse una licencia de maternidad no se limitan a las mujeres. Hace unos meses, en una obra musical en el West End de Londres, el protagonista principal -Tim Howar- tuvo que salir corriendo durante el intermedio porque su esposa estaba de parto. Su suplente, Cellen Chugg Jones, actuó tan bien que fue alabado por su gran éxito y por robarse el espectáculo.
No obstante, prefiero pensar que el caso de Howar es instructivo. Acaba de conseguir uno de los papeles más famosos del West End: el fantasma en “El Fantasma de la Ópera”. En otras palabras, ser brevemente eclipsado por su suplente no hizo mella en su carrera. Sospecho que esto muestra que sólo hay una respuesta al dilema del suplente talentoso: controlarte y mantener las cosas en perspectiva.
Ser eclipsado por un reemplazo estelar puede ser vergonzoso e irritante, pero rara vez conduce a un despido. Si llegara a suceder, existe la posibilidad de que tal vez era merecido, y si no lo era, probablemente no era buena idea trabajar para un jefe tan injusto. En última instancia, hay veces cuando el trabajo tiene que asumir un segundo lugar y alguien tendrá que reemplazarte. Preocuparte podría ser natural, pero también es totalmente inútil.